La raíz etimológica de narcolepsia se encuentra en la lengua griega, más precisamente en los vocablos nárkē (que puede traducirse como “adormecimiento” ) y épilepsie (término referido a la “epilepsia” ). La idea llegó como narcolepsie al idioma francés y de allí arribó al castellano.

La narcolepsia es una patología que se caracteriza por la irrupción de un sueño profundo e imposible de resistir durante las horas diurnas . La persona, de este modo, experimenta una somnolencia acentuada que le dificulta la realización de las actividades cotidianas.
Existen varios síntomas asociados a la narcolepsia, una alteración poco frecuente. El más frecuente es la hipersomnia primaria : el sujeto padece un sopor excesivo que va más allá de la sensación de cansancio que puede experimentar un hombre o una mujer. Ante la hipersomnia primaria, el afectado por la narcolepsia necesita dormir en cualquier lugar y momento.
Aquel que sufre de narcolepsia también puede experimentar parálisis del sueño (la imposibilidad de moverse en la transición entre el sueño y la vigilia ), cataplexia (la pérdida súbita del torno muscular) y hasta alucinaciones (mientras se va despertando o quedando dormido).
Es importante mencionar que cuando alguien está dormido, sus ondas cerebrales son irregulares y lentas. En cambio, al estar despierto, dichas ondas son regulares y más rápidas. Durante el sueño , por otra parte, se atraviesa un estado de sueño sin movimiento ocular rápido (NREM ) seguido por un estado de movimiento ocular rápido (REM ), donde se desarrollan los sueños. Quien tiene narcolepsia presenta perturbaciones en el orden y la duración de los periodos NREM y REM .
El organismo del individuo con narcolepsia, en este marco, intenta compensar la falta de tiempo del estado REM con la irrupción de un sueño profundo durante el día.